lunes, 2 de abril de 2007

Los narcos recurren a las vías del hachís para introducir la cocaína en la provincia de Cádiz


Los pesqueros, buques con doble fondo y veleros vuelven a usarse con asiduidad en detrimento de las lanchas rápidas Los puertos deportivos son los mayores coladeros de droga
Es un dato imposible de cuantificar porque se desconoce y tampoco interesaría divulgarlo oficialmente porque no supone ninguna medalla para un Gobierno. Se trata de la cantidad de droga que no es aprehendida por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero que sí entra por la costa gaditana. Guardias civiles, policías y agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) coinciden en que lo incautado es un mínimo porcentaje del total que llega a las playas de la provincia y entra en circulación. Unos hablan de menos del 20%, pero hay quien incluso sostiene que es sólo un 4%.

Reconocen igualmente que los narcos suelen ir «dos o tres pasos» por delante de los cuerpos policiales, «al no tener ningún tipo de obstáculo y muchos recursos». Por eso, están en constante revisión de sus técnicas, rutas y estrategias para que el negocio de la droga no decaiga. La última circunstancia que ha llevado a los traficantes tradicionales asentados en la provincia a actualizar sus esquemas de trabajo ha sido la fuerte demanda de cocaína entre los consumidores y la necesidad de dar respuesta a ella a través de canales estables de introducción de polvo blanco en una zona del país donde hace unos años sólo se hablaba de hachís.

En esta revisión constante de estrategias, las investigaciones que en estos momentos están abiertas por los distintos cuerpos policiales demuestran que los narcos están recurriendo a la infraestructura del cannabis para poder colar los cargamentos de cocaína por Cádiz; unos cargamentos que anteriormente solían entrar por la costa gallega mayoritariamente.

También están haciendo suyo los canales de entrada, y ya hay constancia de cómo la costa de Marruecos es utilizada como escala previa antes de que la mercancía, que procede de una larga travesía desde el Caribe, llegue a la costa gaditana. Pero no es la única ruta, las pesquisas han desvelado como los narcos también están recurriendo a litorales poco vigilados como los del archipiélago de Cabo Verde para recalar antes de que la droga alcance la puerta de Europa. También se confirma la costa portuguesa (la zona del Algarve) como entrada habitual de cocaína, algo que ya se detectó cuando el Sive cercó toda la costa andaluza.

Nuevas escalas

En esas escalas se suelen organizar envíos con cantidades inferiores, de tal manera que la cocaína llega a la provincia en varias tandas. Y en esas estrategias que ha impuesto el traficante de cocaína, el tipo de transporte ha regresado a sus orígenes. Después del boom de las lanchas rápidas, equipadas con motores potentes, los narcos vuelven a hacer uso de los barcos con doble fondo, pesqueros y veleros, que no llaman la atención. Saben que el tráfico marítimo en el Estrecho es denso y constante y para los cuerpos policiales es imposible controlar todas las embarcaciones que navegan a diario por esa zona. En cambio, a raíz de la instalación del Sive, las lanchas rápidas eran detectadas con facilidad y siempre infunden sospechas porque están asociadas al tráfico de drogas, con lo que suelen ser abordadas.

Los veleros y los pesqueros también tienen una ventaja y es que sus constantes travesías no suelen resultar extrañas. Un barco que se dedique a la pesca es habitual que cuente con varias tripulaciones para que pueda estar en funcionamiento constantemente. Las entradas y salidas a lo largo de un día de un pesquero no llama la atención como un lancha que recala en cualquier punto de la costa.

Menos vigilancia

Las fuentes consultadas que combaten a diario al narcotráfico como el SVA o el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil apuntan a los puertos deportivos de la provincia como los principales «coladeros» de droga. La vigilancia no es tan exhaustiva como en las dársenas comerciales principalmente por falta de medios humanos y, además, algunos de estos puertos presentan unas facilidades como los puntos de atraque junto a las viviendas, que permite la descarga de la mercancía sin levantar sospechas. «Es tan fácil como salir de barco varios días con bolsas que contiene la droga y nadie se percata de nada», explica uno de los agentes.

Una duda que sobrevuela ahora es si la costa gaditana relevará a la gallega como puerta de entrada principal de la cocaína. «En principio parece poco probable porque en Galicia se dan unas condiciones geográfica idóneas. Hay rías, acantilados y un perfil rocoso que dificulta la vigilancia y las aprehensiones a pie de playa. Pero es evidente que los narcos están buscando en la ruta del hachís una alternativa porque Galicia está muy quemada».

Bandas más internacionales
El comisario provincial, José María Deira, explicaba hace unos días los entresijos de una operación llevada a cabo en San Fernando y que supuso la incautación de más de 2.000 kilos de hachís en la playa de Camposoto. Deira aportaba un dato novedoso y es que la banda desarticulada recurría a delincuentes de la Europa del Este para las labores de descarga de la droga en la playa. Y es que la incorporación de ciudadanos extranjeros de otras nacionalidades, que no sea la marroquí, está provocando una mayor internacionalización de unas organizaciones que se basaban tradicionalmente en las alianzas entre españoles y marroquíes.

Algunos de estos recién llegados al negocio de la droga tienen tras sus espaldas una carrera delictiva desarrollada en otros puntos de la geografía nacional como la Costa del Sol.

También es cierto que el tráfico de cocaína conlleva nuevas alianzas con los que realmente tienen el control del suministro como son los narcos venezolanos y colombianos, los cuales suelen presentar un mayor riesgo «porque están acostumbrados en sus países de origen al uso de armas para solventar deudas o alguna discrepancia con otro traficante», dice un agente del EDOA.

Precisamente la Guardia Civil durante una de sus últimas operaciones detuvo a un sicario sudamericano que estaba listo para atentar contra un traficante de Barbate que debía dinero a una organización colombiana.

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