sábado, 19 de septiembre de 2009

El narcotráfico amenaza la estabilidad de Marruecos

Los mayor parte de analistas marroquíes y las cancillerías occidentales coinciden en una cosa : el mayor peligro para la estabilidad de Marruecos lo constituye en estos momentos el narcotráfico. Las redes mafiosas que controlan el transporte y la venta de las miles de toneladas de hachís de producción local y la cocaína y heroína que transita por el país en dirección a Europa procedente de Asia y del Golfo de Guinea, constituyen un problema mucho más grave que el islamismo radical, la pobreza y las insuficiencias democráticas del regimen.


Los mayor parte de analistas marroquíes y las cancillerías occidentales coinciden en una cosa : el mayor peligro para la estabilidad de Marruecos lo constituye en estos momentos el narcotráfico. Las redes mafiosas que controlan el transporte y la venta de las miles de toneladas de hachís de producción local y la cocaína y heroína que transita por el país en dirección a Europa procedente de Asia y del Golfo de Guinea, constituyen un problema mucho más grave que el islamismo radical, la pobreza y las insuficiencias democráticas del régimen.

El comunicado hecho público por el procurador del Rey en Casablanca Abdellah Alaoui Belghiti el 9 de septiembre, ha hecho saltar todas las alarmas. En los dos últimos años los servicios de seguridad han realizado 21.530 operaciones antidroga en todo el pais y detenido 53.893 personas, entre ellos 973 extranjeros de diferentes nacionalidades, principalmente españoles, franceses, italianos, belgas y holandeses, según el diario socialista Liberation. En las cárceles marroquíes hay presos en estos momentos no menos de 50.000 individuos condenados por tráfico de drogas, dice por su parte el periódico Aujourdhui le Maroc. Lo que supone la mayoría absoluta de la población carcelaria.

En la última operación antidroga llevada a cabo en el norte del país, han sido detenidos 18 presuntos barones. Una operación que sigue abierta y que ha permitido hasta el momento incautarse de 400 toneladas de kif, 88 de chira y 180 de aceite de cannabis. Cantidades considerables, que sumadas a los 34 kilos de heroína y 53 de cocaína, además de las 77 mil pastillas de drogas sintéticas, dan una idea de la envergadura de esta red.

A pesar de la disminución de la superficie dedicada al cultivo de hachís — según los datos suministrados por las Autoridades marroquíes, ya que a los organismos internacionales de control no se les permite indagar sobre el terreno -, Marruecos sigue siendo el principal productor de cannabis en el mundo, cuya exportación al mercado europeo proporciona a los narcotraficantes y a los jerarcas que les manipulan, varios miles de millones de euros cada año. .

La instrucción del caso Triha, del alias de Lamfadel Akdi, un intocable que se supone cabecilla de la red, promete importantes revelaciones. Por el momento un exdiputado de la Reagrupación Nacional de Independientes (RNI), Mohamed Jouhari, ha sido detenido. De los 18 arrestados, cinco controlaban la venta de drogas duras, cocaína y heroína, procedentes de Africa Occidental, en el mercado marroquí ; otros seis dirigían el sector de la exportación de hachís a España via marítima utilizando embarcaciones que zarpaban del improvisado puerto de Marchica cerca de Nador; otro grupo de tres tenía a su cargo la exportación a Europa via terrestre, utilizando camiones TIR de mercancías ; un cuarto grupo de tres barones controlaba el tráfico hacia Argelia, Túnez y Libia, a través de la frontera por Uxda y Errachidia ; y el último de ellos, llevaba el aprovisionamiento de hachís en Ketama.

Según los primeros elementos de la investigación, la red contaba con medio centenar de pesos pesados, que se habían distribuido prácticamente todo el pais. La prensa marroquí habla de un Gobernador, de varios altos responsables de la Administración territorial, de oficiales de la Aduana y de la Gendarmería Real, y de varios magistrados. Según el periódico Al Bayane, una de las regiones importantes por las que transitaba « la nieve » procedente de Africa occidental, no es otra que el Sahara Occidental, las « provincias saharianas » según la terminología usual marroquí.

Toda la prensa local se ha extendido ampliamente sobre las detenciones. El semanario Tel Quel ofrece un dato interesante : « Hubiese sido imposible a la policía detener a Triha en su pueblo natal de Bab Berred, cerca de Ketama, porque los habitantes lo hubieran impedido ». Las Autoridades marro quíes reconocen que en las zonas de producción de hachís, en los « lugares calientes » del Rif, impera otra Ley. Por ello, Lamfadel Akdi fue detenido en su restaurante de la cornisa tangerina.

La implicación de políticos en las redes del narcotráfico no es nueva. Desde los años 90, el ministerio del Interior hace una purga de candidatos a las Elecciones, locales, provinciales o nacionales, prohibiendo el acceso a las mismas de los sospechosos de vínculos con el narcotráfico. Lo que no es óbice para que el dinero del hachís circule ampliamente durante las campañas, en Tetuán, en Tánger o en Nador.

Tampoco ha llamado la atención el hecho de la implicación de altos cargos de la Administración o de oficiales de los cuerpos de seguridad y magistrados. Sin embargo, la persistencia de la corrupción institucional, y los niveles de la misma, están suscitando la alarma. Cada vez más, los cartels del narcotráfico marroquí se asemejan a los mexicanos en su estructura y en sus ramificaciones. Si bien hasta el momento, las redes euro-marroquíes no disponen del armamento utilizado en México.

« Estas redes constituyen una amenaza multiforme para el país », afirma el periodista Jalil Hachimi Idrissi, uno de los mejores informados de Marruecos. Idrissi dice en voz alta lo que las Autoridades no se atreven a confesar : « es el propio Estado el que está amenazado en su credibilidad, en su estabilidad y en su legitimidad ». Porque, dice este director del periódico Aujourdhui le Maroc, cuando el narcotráfico alcanza estos niveles, « las estructuras estatales son expulsadas ». Queda sólo la ley del más fuerte. Europa, la primera implicada, no puede permanecer como expectadora ante el contínuo deterioro de la estabilidad en el Norte de Africa.

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