lunes, 22 de enero de 2007

Hachís con pasaporte diplomático

El Mundo
07-01-19

Marruecos está empezando a investigar la complicidad de las autoridades con el narcotráfico
El director de la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST), el
contraespionaje marroquí, va a tener que cambiar de apodo. En vez de El
Salafista, como lo llaman sus hombres por ser un experto en la lucha contra
el islamismo, Abdellatif Hammuchi tendrá que pensar en llamarse El Narco, ya
que está empezando a investigar muy de cerca la complicidad de varios
agentes de su propio departamento con el mundo de la droga. Según el
semanario de Casablanca Tel Quel, el director general de la DGST acaba de
ordenar a sus mejores elementos que indaguen sobre una red mafiosa que opera
entre Marruecos y Argelia y en la que estarían implicados varios agentes de
esta detestada policía política.


Para algunos expertos de la lucha contra el narcotráfico en el país africano
-como Chakib al Khayari, el joven presidente de una asociación de Derechos
Humanos de Nador, ciudad limítrofe a Melilla-, lo de Argelia es solamente la
parte visible del iceberg. Al Khayari cree que la situación es mucho más
grave, que el epicentro del tráfico está en la porosa costa mediterránea de
Marruecos y que la extendida complicidad de muchos miembros de las fuerzas
del orden con el tráfico de drogas está fuera de duda.
Este activista recuerda que, una semana después de una aparatosa redada
ordenada desde Rabat en 2006 contra varias organizaciones mafiosas cuyos
barcos atiborrados de droga faenaban libremente en la bahía de Mar Chica, a
escasos metros de Melilla, otros nuevos capos han vuelto a instalar sus
embarcaciones en el mismo sitio sin que las autoridades reaccionen. «¡Parece
que hay algunas complicidades contra las cuales es difícil luchar!», se
indigna Al Khayari.
La complicidad de las fuerzas del orden con el narcotráfico no es un hecho
nuevo. En un libro publicado en 1993, Dieciocho años de soledad, Ali
Bourequat, un antiguo hombre de negocios francés próximo al difunto rey
Hassan II y que estuvo desaparecido durante 18 años en una cárcel secreta,
cuenta cómo, en los primeros años de la independencia de Maruecos, Rabat
autorizó a varios «técnicos holandeses» a instalarse en el país «para
supervisar el cultivo del kif, la fabricación de placas de hachís y la
conservación de su savia».
Bourequat, que es el primer y único ciudadano francés en haber obtenido el
asilo político en EEUU, explica cómo el régimen se benefició de ese tráfico.
«Doscientas mil placas de hachís inundan cada año Europa, transportadas en
parte por matones marroquíes que viajan con pasaportes diplomáticos, o
amontonadas en aviones militares que vuelan regularmente a Francia sin pasar
por ningún control».
¿Ha cambiado algo desde entonces? El periodista El Husein Majdoubi, lo duda.
Este especialista en temas relacionados con el narcotráfico fue brevemente
arrestado, en verano de 2003, por orden del entonces jefe de la DGST, el
general Hamidu Laanigri, por haber revelado la complicidad de agentes del
contraespionaje, de jueces y de fiscales de Tetuán con el tráfico de droga.
Tres años después, el general Laanigri fue destituido fulminantemente por el
rey Mohamed VI, porque se descubrió que uno de sus protegidos, Abdelaziz
Izzu, prefecto y director de la seguridad de los palacios reales, era a su
vez el protector de varios narcos del norte del país.
Crisis nerviosa
Y otro prefecto de policía del entorno de Laanigri, Yunes Yamali, tuvo que
ser hospitalizado en agosto pasado después de sufrir una crisis nerviosa en
pleno centro de Tánger. Según testigos presenciales, Yamali gritaba palabras
incomprensibles contra su ex mentor y lo acusaba de haberlo liado en varias
tramas. Desde la destitución de Laanigri y el alejamiento de varios de sus
hombres de confianza, una discreta pero persistente investigación policial
acecha al que era considerado como uno de los hombres fuertes del país.
Un periodista tangerino que quiere guardar el anonimato recuerda que uno de
los principales responsables de la DGST en el norte de Marruecos, un tal
Hach Amal, tuvo que escapar a España en 1997 después de haber sido acusado
de proteger a varios capos hispano-marroquíes. Según la revista árabe de
Casablanca Al Ayam, Hach Amal regresó libremente a Marruecos en 2004. De la
mano de Laanigri. El mismo periodista resalta que el tráfico de droga desde
las costas marroquíes hacia las españolas sigue con la misma cadencia de
siempre, en una época de máximo control (y éxito) policial marroquí para
frenar la inmigración clandestina hacia Europa. «Los únicos Zodiacs que
atraviesan sin tapujos el Estrecho son los que transportan droga y,
aparentemente, son invisibles», asegura. Marruecos produce cada año 3.000
toneladas de hachís. Mientras las fuerzas del orden, tanto las españolas
como las francesas, confiscan entre 700 y 800 toneladas, las fuerzas del
orden marroquíes se hacen solamente con... 30.

0 Opina sobre esta noticia: